El inicio del convulsionado 2018 no podía haber ido más a contramano del nombre oficial que le puso el gobierno de PPK: “Año del Diálogo y la Reconciliación Nacional”; se inició con crispación, al calor de un indulto recién otorgado por PPK, con “nocturnidad y ventaja”, el 24 de diciembre. Ahora arranca el 2019 con otro lamentable acto en “nocturnidad y ventaja”: la interesada destitución de los fiscales Vela y Pérez por el Fiscal de la Nación.
Antes y ahora se dieron reacciones cívicas e institucionales de enorme vigor y trascendencia que acabaron desbaratando conductas contrarias a los valores democráticos, a la transparencia en el ejercicio de la función pública y a principios internacionales. Madurez cívica que es soslayada por quienes siguen operando como si ella no existiera y no hubiera reales progresos democráticos que se interponen a la arbitrariedad.
El jefe de Estado que hace un año quiso llevar a cabo un indulto irregular y mal hecho, vio frustrados sus propósitos. No se esperó la reacción cívica ciudadana, la dinámica de un sistema judicial independiente que dio curso a recursos pertinentes o las obligaciones internacionales del Perú. Algo parecido ha ocurrido ahora con el intento del Fiscal de la Nación de desmontar el equipo de fiscales anticorrupción. La “nocturnidad y ventaja” de poco sirvió. La reacción cívica fue inmediata, se venían ya acciones de amparo y la reacción de la comunidad internacional.