El año que termina ha sido especialmente pródigo en información sobre el tema migratorio. De aséptico dato demográfico y social, se está convirtiendo en un hecho agitado por sectores racistas y ultraconservadores —y sus activas redes sociales— como la gran “amenaza” de los tiempos que corren alimentando peligrosas corrientes intolerantes. Activas y beligerantes, xenófobas y racistas, algunas de estas redes pueden ser comparables a la ola antisemita y racista europea previa a la segunda guerra mundial.
Un examen objetivo de la realidad, sin embargo, lleva a conclusiones diferentes. Que no debe soslayar ciertos problemas que se presentan, pero qué tiene que partir de constatar los hechos como son, su verdadera dimensión, y no en distorsiones de titulares comunicacionales nutridos de intolerancia. Ciertas políticas públicas tendrían que ser, en este orden de ideas, seriamente revisadas.
Cuatro aspectos merecen ser especialmente destacados a modo de apretado balance de fin de año.