Así, los pasos más visibles del proyecto autoritario en curso en países como Polonia, no han clausurado el parlamento o intervenido canales de televisión, sino que maniatado al tribunal constitucional o a la corte suprema. Y así, conseguir rápido el objetivo de librarse de incómodos controles que pudieran frenar el poder absoluto o actuar ante posibles hechos de
En los tiempos que corren, estos propósitos fagocitantes de la independencia judicial tienen, en esencia, tres rasgos fundamentales.
De un lado, tendencias antidemocráticas que no van en la línea del “fin de la historia”. De aquella en la que, luego de la caída del muro, el mundo marcharía linealmente en la perspectiva de la democracia representativa. El mundo ha evolucionado, sí. En general lo ha hecho en un sentido democrático, pero hoy las tendencias generales en diferentes regiones van en otra dirección, no en la expansión y desarrollo de valores e instituciones democráticas.